Las 5 heridas del Alma
La humillación
Es la acción de abatir el orgullo y la altivez de alguien, herir el amor propio
o la dignidad de alguien, sentirse rebajado, rebajarse o rebajar a alguien
descaradamente. Los sinónimos de esta palabra son: sumisión, vergüenza,
mortificación, vejación, degradación.
Esta herida aparece ligada sobre todo al mundo
físico, al ámbito del tener y el hacer, empieza a manifestarse entre el primer
y tercer año de edad, cuando el niño aprende a comer solo, a comportarse
con propiedad, a ir al baño solo, a hablar, escuchar y comprender lo que los
adultos le dicen.
El surgimiento de la herida de la humillación
ocurre en el momento en que el niño siente que uno de sus padres se avergüenza
de él, cuando está sucio, cuando ha hecho un estropicio (principalmente en
público o en familia), cuando está mal vestido. Sin importar la situación que
provoca que el niño se sienta rebajado, degradado, comparado, mortificado o
avergonzado en el plano físico, la herida despierta y comienza a adquirir
importancia.
El ámbito de la sexualidad contribuye también a que
se manifieste la herida potencial de humillación. Por ejemplo, cuando la mamá
sorprende a su pequeño masturbándose y exclama: ¿No te da vergüenza? El niño se
siente humillado y avergonzado, y más adelante enfrentará dificultades en el
plano sexual.
A diferencia de las otras 4 heridas que se viven
con un progenitor específico o con la persona que desempeñó el papel de ese
progenitor, la herida de la humillación suele experimentarse con mayor
frecuencia con la madre.
El niño que sufre humillación se crea la máscara de
masoquista. El masoquismo es el comportamiento de una persona que encuentra
satisfacción, e incluso placer, sufriendo. Aún cuando lo haga inconscientemente
busca el dolor y la humillación la mayor parte de las veces. Se las ingenia
para hacerse daño o castigarse antes de que alguien más lo haga.
El masoquista parece desear hacer todo por los
demás, pero en realidad lo hace para crearse limitaciones y obligaciones.
Durante el tiempo que dedica a ayudar a los otros cree que no le harán nada
vergonzoso, aún cuando la mayor parte de las veces se siente humillado porque
abusan de él. He escuchado a muchas mujeres masoquistas quejarse de estar
hartas de ser las sirvientas, se quejaban pero continuaban con la misma
conducta, ya que no se percataban de que ellas mismas se habían impuesto estas
limitaciones.
El masoquista no se percata de que al resolver todo
a los demás se rebaja y se humilla.
La persona masoquista parece muy controladora, pero
este control está motivado principalmente por el temor a sentir vergüenza de
sus prójimos o de sí mismo. La madre masoquista por ejemplo tiende a controlar
la apariencia, el comportamiento y la forma en que se visten sus hijos y su
pareja; es el tipo de madre que desea que sus hijos sean bien educados desde
pequeños. Si no lo logra se avergonzará de sí misma, de su papel de
madre.
Como el masoquista, sea hombre o mujer, es con
frecuencia fusional con su madre, hace todo lo posible por no avergonzarla.
Considera a su madre como un enorme peso que cargar, lo cual le proporciona
otra buena razón para desarrollar una espalda muy solida. Esta actitud continúa
incluso después de la muerte de la madre. Aún cuando le crea un sentimiento de vergüenza,
por lo general el masoquista se siente aliviado o liberado cuando su madre
muere, ya que ella representaba un serio obstáculo para su libertad.
Para el masoquista es difícil expresar sus
verdaderas necesidades y lo que realmente sentía desde que era pequeño, ya que
no se atreve a hablar por temor a experimentar vergüenza o por temor a
avergonzar a alguien más.
Los padres del niño masoquista le decían con
frecuencia que lo que sucedía en la familia no era de la incumbencia de los
extraños y que no debía hablar de ello sino guardarse todo para sí.
El masoquista por lo general llega al punto en el
que ni siquiera reconoce sus propios deseos por no disgustar a mamá.
Desea tanto agradar a su madre que no está en
contacto sino con los deseos que a ella le satisfarán. El masoquista suele ser
hipersensible, por lo que lo más mínimo le hiere. Así hace lo posible por no
herir a los demás. De los 5 caracteres de personalidad, el masoquista es el que
menos atención presta a sus necesidades. Se crea a sí mismo un sufrimiento
mayor al ignorar sus necesidades, lo que contribuye a alimentar su herida. Hace
todo por sentirse útil, lo cual es una forma de ocultar su herida y de forzarse
a pensar que no sufre humillaciones.
La libertad es fundamental para el masoquista. Para
él, el ser libre significa no tener que rendir cuentas a nadie no ser
controlado por nadie y hacer lo que quiere cuando así lo quiere. Cuando se
siente libre y considera que nadie le pone obstáculos en el camino,
resplandece, vive la vida al máximo y no tiene límites. En este momento cae en
los demasiados, en varios aspectos de su vida: Come demasiado, compra
demasiado, cocina demasiado, bebe demasiado, hace demasiado, desea ayudar
demasiado, trabaja demasiado, gasta demasiado, considera que tiene demasiados
bienes, habla demasiado... Sin embargo, cuando adopta alguno de estos
comportamientos, se avergüenza de sí mismo al sentirse humillado por las
miradas y los comentarios de los demás.
También cree que si se ocupa, sobre todo de sí
mismo, ya no será útil a los demás.
El masoquista tiene mucha energía bloqueada en su
cuerpo. Si llega a permitirse ser libre como lo necesita, sin vergüenza ni
culpabilidad, su cuerpo adelgazará, ya que dará rienda suelta a la energía
contenida.
La libertad es por tanto el mayor temor del
masoquista. Está convencido de que no sabrá qué hacer si llega a ser libre a su
antojo. Inconscientemente se las ingenia para no ser libre, y la mayor parte
del tiempo es él quien toma esta decisión. Al desear ocuparse de sus seres
queridos, cree garantizar su libertad, pues es él quien está controlando. Sin
embargo en realidad se aprisiona.
Los siguientes son algunos males y enfermedades que
pueden manifestar los masoquistas:
- Los
dolores de espalda y la sensación de pesadez sobre los hombros son muy
frecuentes debido a la excesiva carga emocional que llevan. El dolor de
espalda se debe principalmente a su sentimiento de falta de libertad. El
dolor lumbar surge cuando se relaciona con lo material y el cervical con
lo afectivo.
- También
pueden padecer problemas respiratorios si se dejan abrumar por los problemas
de los otros.
- Los
problemas de piernas y pies como varices esguinces y facturas son
frecuentes. Debido a su temor a no poder moverse con el tiempo atraen
problemas físicos que se lo impiden.
- Es
frecuente que padezcan enfermedades del hígado, debido al exceso de
preocupación por los otros.
- Otros
problemas debido a su dificultad para pedir lo que quieren son los
relacionados con la garganta como anginas y laringitis.
- Cuantas
más dificultades tenga de reconocer sus necesidades y expresar sus deseos,
mayor será la probabilidad de desarrollar la glándula toroide.
- Por
otra parte el hecho de no saber escuchar sus propias necesidades suele
producir irritaciones de la piel. Sabemos que la expresión me irritó,
significa realmente tenía muchas ganas de... Pero el masoquista no se lo
permite, pues le resultaría vergonzoso desear siquiera recibir placer.
- Otro
problema filológico que he podido observar en las personas masoquistas es
el mal funcionamiento del páncreas lo cual provoca hipoglucemia y diabetes.
Estas enfermedades se manifiestan en quienes tienen dificultades para
permitirse caprichos o en quienes lo hacen pero sienten culpa o se dejan
humillar.
- El
masoquista también es susceptible a sufrir problemas cardíacos porque no
se ama lo suficiente. No cree tener la suficiente importancia para
agradarse. La región donde se ubica el corazón humano se relaciona
directamente con la capacidad de divertirse, con la alegría de
vivir.
- Además
a causa de sus ideas sobre el sufrimiento no es raro ver que el masoquista
deba someterse a diversas intervenciones quirúrgicas.
La causa principal de una herida deriva de la
incapacidad para perdonar lo que nos hacemos a nosotros mismos lo que hacemos
sufrir a otros. Nos resulta difícil perdonarnos porque no tenemos conciencia de
nuestros reproches. Cuanto más profunda sea la herida de la humillación, al
rebajarte o compararte con los demás, más significará que te humillas a ti
mismo o humillas a otras personas al avergonzarte de ellos o tenerles
resentimiento. Reprochamos a los demás lo que nos hacemos a nosotros
mismos.
Tomado del texto: "Las cinco heridas que
impiden ser uno mismo" por Lise Borbeau
Más adelante continuaré compartiendo con ustedes
las heridas de la traición y la injusticia para finalmente compartirles la
sanación y transformación que a autora recomienda.
Si te has sentido identificado en parte o en todo
con estos artículos te invito a explorar más en el seno del ambiente psicoterapéutico...
¡Hasta la próxima!